El Perú se tiñe de luto con la partida de Víctor Yaipén, un ícono insustituible de la cumbia nacional y fundador de la legendaria Orquesta Candela. Su fallecimiento, consecuencia de complicaciones relacionadas con la diabetes, nos recuerda que detrás de cada gran artista hay una historia de lucha, resiliencia y pasión inquebrantable por el arte.
Desde sus inicios como cofundador del Grupo 5 junto a su hermano Elmer, Víctor marcó un antes y un después en la música peruana. Con su carisma y talento, llevó la cumbia a nuevos niveles, transformándola en un género que no solo hizo bailar al Perú, sino que unió corazones y generó recuerdos inolvidables en fiestas, reuniones familiares y serenatas de amor.
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En su segunda etapa musical, con la Orquesta Candela, Víctor no solo consolidó su legado, sino que lo expandió con éxitos que cruzaron generaciones, como “Cuando te enamoras” y “Y todo el Perú lo goza”. Pero su verdadera grandeza no solo se midió en discos vendidos o canciones en el top de las listas; se reflejó en el cariño inquebrantable del público que vio en él a un hombre comprometido con su arte y con su gente.
La vida no le fue fácil, especialmente en sus últimos años, cuando tuvo que enfrentar una salud deteriorada. A pesar de ello, Víctor Yaipén se mantuvo firme, siempre acompañado de su música y de su familia, que hoy continúa con su legado, llevando adelante el amor por la cumbia que él sembró con tanto empeño.
La partida de Víctor no solo es una pérdida para la música, sino para el alma de un país que encontró en sus melodías un refugio para los momentos felices y los días difíciles. Su ausencia se siente como un silencio profundo, pero su legado resuena en cada nota de cumbia que escuchamos.
Hoy, al despedirlo, nos queda agradecerle por la alegría, la nostalgia y la pasión que nos regaló durante más de cuatro décadas. Gracias, maestro, por darnos tanto. Tu música vivirá por siempre, y con ella, tu espíritu.
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